De forma indudable, han habido tiempos difíciles en la música local independiente, muy probablemente vengan más y aún no concluye esta fuerte etapa.
Esta reflexión no llega por la falta de difusión en los medios, por la falta de espacios, ni por la pandemia, sino por el duro momento que está viviendo el país en lo que a inseguridad se refiere. Si bien esto pertenece más a un par de provincias en la Costa, ya que en la Sierra se pudo disfrutar de un largo y amable feriado, en Guayas y Esmeraldas estamos regidos a un amedrentador toque de queda que seguramente influyó en la cancelación de muchos shows de artistas que contaban con estas fechas para conseguir algo de exposición.
Más que una crítica (que por supuesto es intrínseca en esta ocasión), esto podría ser una especie de reflexión o desahogo que llega arrastrándose por cada uno de los fieles consumidores del panorama musical de Guayaquil, principalmente. Todos esperábamos poder ir a un concierto especial o incluso tener de dónde elegir; sin embargo, la delincuencia e inseguridad nos privaron de siquiera poder disfrutar de esto que para muchos es lo único que tenemos. La música es eso que puede volverse el principal motivo por el que uno respira, por favor no nos la arrebaten de esta forma.
Alejándonos un poco del drama y el enojo, esperemos que estos tiempos inciertos también sirvan de inspiración para nuevas canciones, nuevos conceptos y que duren menos de lo que parece que durarán. El feriado sin música en vivo se sintió eterno, dicho sea de paso.
Si bien algunos tuvieron la oportunidad de ir a otros rincones del país y pudieron pasar por conciertos e interpretaciones en vivo, Guayaquil estuvo plagada por un amargo silencio que consumió a sus habitantes que a las 9 de la noche tuvieron que cerrar las puertas e imaginar qué estaría ocurriendo afuera en otras épocas.
Con mucho pesar y sin nada que agregar…
¡La Caracola ha hablado!