Esa imagen del rockero que está rodeado de sexo y drogas ha pasado a ser un recuerdo de otros tiempos, ya que la mayoría de sus legendarios exponentes en la actualidad son padres, abuelos o adultos bonachones que lo único que buscan es seguir viviendo de la música y mantener la bandera de Rock & Roll Will Never Die (El Rock & Roll Nunca Morirá) que en algún momento pregonó el gran Neil Young.
El 25 de marzo de 2022, una de esas figuras inolvidables del rock pasaba a ser inmortal dejando este mundo terrenal y quedándose impregnado en casi todas las canciones de Foo Fighters (FF), una banda que desde hace varios años es considerada la insignia de este mencionado género, actitud y estilo de vida. Taylor Hawkins, quien fuera baterista de los Foo desde 1997, fallecía a causa de una combinación de sustancias entre opioides y antidepresivos, poco antes de brindar un show en el Festival Estéreo Picnic, de Colombia.
Han pasado los meses y por supuesto sus compañeros de agrupación, amigos de tantos años, decidieron homenajearlo como él seguramente hubiera querido: música. Dave Grohl y compañía juntaron a artistas amigos del fallecido baterista, desde Joe Walsh y James Gang, pasando por Brian May y Roger Taylor de Queen, Liam Gallagher, Paul McCartney. Amigos bateristas como Travis Barker, Stewart Copeland y hasta su propio hijo de 16 años, el joven Shane Hawkins, con quien interpretaron el tema My Hero.
Lejos de ser una crónica o una reseña, este texto va más como una especie de pensamiento o reflexión. No debo hablar del concierto, porque creo que está de más decir que fue una genialidad y que tanto sus asistentes, como televidentes, en cierto punto soltamos más de una lágrima. Es que de eso se trata la música, de soltar emociones y de conectar con los demás.
Dave Grohl, vocalista de Foo Fighters y uno de los mejores amigos de Hawkins, luchó todo el evento por mantener la compostura, hasta que llegó la actuación de FF con la canción Times Like These y rompió en llanto ante los miles de espectadores en la arena y los millones que de seguro lo seguimos por streaming. En tiempos como estos, aprendes a vivir de nuevo, Dave.
Entre otras cosas, encontré mucha similitud con el concierto de 1992 en memoria del inolvidable Freddie Mercury, a quien Brian May por supuesto mencionó antes de dedicar Love of My Life a Taylor Hawkins, en una desgarradora interpretación junto a su guitarra de doce cuerdas y las voces de un repleto Wembley Stadium. El arte se debe recordar con arte, así de simple.
El 27 de septiembre, esta vez en Los Angeles, habrá otro show para homenajear al músico, al amigo, al padre, a la excelente persona que todos dicen que fue Taylor Hawkins, habrán más invitados, algunos distintos debido a la ubicación, pero lo que sí será igual, será el sentimiento de que así como el rock vivirá para siempre, Taylor Hawkins también.
Con todo el rock en las venas…
¡La Caracola ha hablado!