¿Es seguro ser artista en Guayaquil?

Dejando de lado el drama y la hipérbole, la respuesta a esta pregunta ha venido mostrándose desde hace algunas semanas, pese a que realmente esto ocurre desde que tengo memoria.

No, no es seguro ser artista en Guayaquil. No me refiero al alto índice delincuencial precisamente, ya que pareciera que en esta ciudad es más sencillo robar o matar, que cantar, pintar y actuar. 

Estoy hablando sobre la constante persecución que ha ocurrido en conciertos, eventos o reuniones en los que muchos músicos se han visto involucrados en este año, al menos. No quiero hablar de estadísticas, porque no las tengo; sin embargo, sé que mucha de la gente que lee este blog ha asistido a los shows en La Bohemia (Urdesa) en donde ahí sí llega la policía como si se estuviera perpetrando un sicariato, de esos que quedan sin resolver. Es impresionante. 

No podemos hacer como si no ocurriera nada. Tampoco quiero ser malinterpretado; esto no es una queja a la administración de turno, es más bien un lamento (no boliviano) que responde a la seguidilla de historias que vemos cada fin de semana luego de haber decidido no asistir al concierto de determinado artista, solo porque sabías que iba a terminar mal, no por su protagonista o su público, sino porque todavía en pleno 2022, treparte a un escenario en esta ciudad es sinónimo de crimen. Es cierto que también debemos tomar en cuenta factores como el trámite de permisos y autorizaciones para realizar eventos, porque esto no se trata de hacernos de la vista gorda o victimizarnos, las leyes deben cumplirse en todos los bandos, pero solo por curiosidad… ¿Saben lo complicado que es sacar un permiso para realizar un evento? Si saben, cuenten, porque para eso estamos en La Caracola, generar dudas que vengan acompañadas de respuestas.

Hablando aquí en confianza -como siempre con ustedes- no voy a dejar pasar lo comentado hace unos días en el evento de Karol G: gas lacrimógeno, abuso de autoridad y algunos etcéteras. Asumo que no debo decirles quién es Karol G, porque deben saberlo mejor que yo. Así nos damos cuenta que esto no es una cuestión de represión contra los exponentes locales, sino con todo aquel que intente crear arte en este simulacro de metrópolis. 

¿Saben por qué esto causa decepción o rabia?

Porque mientras en Guayaquil intentamos dar y recibir espectáculos decentes o medianamente buenos, en otras ciudades los artistas tienen abiertas las puertas de los teatros y recintos (o venues si quieren) más destacados, como Sal y Mileto este fin de semana en el Teatro San Gabriel, de Quito. Citando otra situación impensable para artistas locales, tenemos a bandas como Swing Original Monks, quienes merecidamente se están mandando un tour por Francia en estas fechas, todo esto ocurre durante la queja de una persona que lo único que quiere es ver a los artistas haciendo su trabajo en paz, no hay más. 

Al parecer en esta ciudad es más peligroso estar con guitarra o micrófono en mano, que con un arma. Encuentran más rápido dónde dispararán acordes, que dónde disparará una calibre 38. Es más, si me ocurre algo luego de este texto… Ahí se las dejo boteando.

Cansado y decepcionado

¡La Caracola ha hablado!

Por: Juan José Avilés Navarrete

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